9/12/09

¿Qué harías si la persona que amas te envía un e-mail y te dice que ya no te quiere más?


Una mujer abandonada, un dolor interminable, un espíritu curioso, un cuerpo siempre intervenido por la propia experiencia vital o expuesto a robar la vida de los otros. Ese parece ser el cóctel de rigor para el trabajo que desde hace más de 20 años viene ejecutando la notable artista francesa Sophie Calle.

Fotógrafa, narradora, detective, espía de su vida, la totalidad de su obra se ha caracterizado por narrar pequeños episodios de su vida cotidiana convertidos en curiosas obras de arte: fotografías gigantescas con largos epígrafes narrativos donde cuenta experiencias en las que es invariablemente protagonista.

Ya desde sus primeros trabajos en los años 70 Sophie Calle alcanzó renombre internacional. Es reconocida por sus creaciones, que son precisas exploraciones de las relaciones humanas que la han llevado, por ejemplo, a seguir a un extraño por las calles de Venecia y documentar cada uno de sus movimientos. En otra de sus insólitas ideas, buscó trabajo como mucama de hotel con el único objetivo de fotografiar las pertenencias de los huéspedes. Sólo dos perlas de su obra monumental.

"En 1984 gané una beca para ir a Japón durante tres meses. Partí de París el 25 de octubre, sin saber que esa fecha marcaba el comienzo de 92 días de cuenta regresiva hacia el final de una historia de amor, nada fuera de lo común, pero en ese entonces lo viví como el día más infeliz de toda mi vida". Así narra Sophie Calle el móvil real que dio pie veinte años después a una muestra tan vital como conmovedora. Al regresar a Francia, cuando la gente le preguntaba cómo le había ido en el viaje, ella salteaba clamorosamente su viaje a Japón y sólo contaba el sufrimiento del abandono.

Así fue que decidió embarcarse en una suerte de investigación entre sus amigos, preguntándoles cuál había sido el momento en el que más habían sufrido. Calle indagó sistemáticamente hasta relativizar su dolor comparándolo con el de otras personas. El método fue radicalmente efectivo, ya que a los tres meses dejó de sufrir, al menos por ese abandono. El exorcismo había funcionado. En ese momento, temiendo una recaída, decidió no usar la experiencia artísticamente y la dejó en un rincón durante todos estos años.

Dolor exquisito es una amplia muestra en dos partes. La primera narra el viaje previo a la catástrofe e incluye fotografías suyas acompañadas por un diario de 92 días relatados como una cuenta regresiva hacia su desesperación. Cada fotografía cuenta con un número que indica el tiempo que falta hasta que lleguen los que ella llama "días de la infelicidad". La segunda parte de la vuelve sobre la experiencia de abandono de la artista contada desde diferentes ángulos y suma la recolección de otras experiencias de corazones rotos.

Cada historia está contada en paneles metálicos envueltos en seda. Calle presenta 21 dípticos con una versión de su baqueteado sufrimiento (es la parte que corresponde a la seda gris) y, por otro lado, narra una historia anónima de dolor (constituye la parte de seda blanca). Sobre cada paño de seda gris se expone una fotografía que ilustra un momento de la memoria que vuelve a contarse. En el caso de su historia repite la misma fotografía: un teléfono rojo en la habitación de un hotel, teléfono con el cual se enteró de que su historia de amor había llegado a su fin. En las partes anónimas se vuelve sobre el tema del encuentro y del desencuentro con relatos de 20 personas sin nombre que prestaron sus penas.

Calle, la más vibrante artista conceptual de estos tiempos.

8/12/09

Fantasía.

Vivo como vagabunda, camino, camino, camino y por más que busco, jamás encuentro un camino.
Las noches están llenas de sol y los días de soledad.
La luna es un pedazo de queso que a veces me trago por despecho.
Soy el único vicio que tengo vivo...
y en qué momento vivo?
Aún no logro encontrar el instante en el que existo.